Yansnier Arias sabía que estaba mal. Violaba la constitución y además el juramento que hizo para ejercer como médico en Cuba.
Había sido enviado a Venezuela por el gobierno cubano: era uno de miles de médicos desplegados para reforzar los vínculos entre ambos aliados y para mitigar el colapso del sistema de salud en Venezuela.
Aunque con la reelección del presidente Nicolás Maduro en juego, no estaba permitido que todos recibieran tratamiento, dijo el doctor Arias.
Un paciente de 65 años con insuficiencia cardiaca llegó a la clínica y requería con urgencia de oxígeno, según Arias. Recordó que los tanques estaban listos, en otra habitación.
Pero señala que sus superiores cubanos y venezolanos le dijeron que el oxígeno debía usarse como arma política: no para las emergencias médicas del día, sino para repartirse cuando la elección estuviera más cerca, como parte de una estrategia nacional para obligar a los pacientes a votar por el gobierno.
El 20 de mayo de 2018, día de los comicios, estaba cerca y el mensaje era claro, recordó Arias: Maduro necesitaba ganar a toda costa.
“Sí había oxígeno, pero no me permitían usarlo”, dijo Arias, quien abandonó el programa médico del gobierno cubano a finales del año pasado y ahora vive en Chile. “Había que dejarlo para las elecciones”.
Maduro y sus partidarios han usado a su favor el colapso económico de la nación para mantenerse al mando de Venezuela: han tentado a votantes hambrientos con comida, han prometido subsidios adicionales con la victoria de Maduro y han exigido que la gente que acudiera a las urnas presentara los carnets de identificación partidista para el reparto de raciones del gobierno.
Pero quienes han participado en dichos ardides cuentan que Maduro y sus simpatizantes también han estado usando otra herramienta: el cuerpo médico internacional de Cuba.
Dieciséis integrantes de las misiones médicas cubanas a Venezuela —un elemento clave de las relaciones entre esos dos países— describieron un sistema de manipulación política deliberada en el que sus servicios se usaron para afianzar los votos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a menudo a través de la coerción.
Fuente: The New York Times