La Sociedad Venezolana de Cardiología asevera que morir en la camilla de un hospital es siete veces más probable este año, porque la crisis desmanteló cualquier posibilidad de abordar un infarto. Esta es la primera causa de muerte por enfermedad en el país.
Los especialistas hicieron la Encuesta Nacional de Hospitales en cardiopatía isquémica aguda en 40 hospitales en julio de este año y el resultado fue desalentador: 87,5% de los centros de salud tienen la posibilidad de realizar un electrocardiograma a los pacientes con sospecha de un síndrome coronario agudo, pero solo 15% pueden efectuar los exámenes de sangre indispensables para confirmar el diagnóstico de infarto agudo al miocardio.
El estudio representa 68,7% del total de hospitales 3 y 4 de Venezuela. 62,5% de esos hospitales encuestados dependen del Ministerio para la Salud, 32,5% del Instituto Venezolano de Seguros Sociales y 3 de otras instituciones.
La Sociedad de Cardiología explica en su informe que un síndrome coronario agudo se produce en más del 90% de los casos por una obstrucción aguda debido a un coágulo en una arteria coronaria. El tratamiento consiste en destapar la arteria lo más rápido posible con los fármacos aspirina, clopidogrel, heparina y trombolisis o con cateterismo y angioplastia. En julio, solo 2% de los hospitales disponían de las drogas.
Morir a la espera de insumos. Luis Altuve tuvo un infarto el 29 de agosto del año pasado. En el Hospital Pérez Carreño no había papel para entregar el resultado del electrocardiograma y en el Hospital Universitario de Caracas no quisieron recibirlo porque faltaba el examen confirmatorio de los niveles de troponina, proteína que se secreta cuando hay un ataque cardíaco.
Fue atendido solo con oxígeno durante dos días en el Hospital José Gregorio Hernández del IVSS, en Cotiza, mientras se conseguía un centro privado que tuviera reactivos. Encontró cupo en el Hospital Pérez Carreño el 2 de septiembre para hacerse un cateterismo, pero tuvo que esperar por un stent (pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de una arteria) para que le hicieran la angioplastia, que es el procedimiento para abrir vasos sanguíneos estrechos o bloqueados que suministran sangre al corazón. El 6 de noviembre murió en su cama mientras veía la televisión esperando los insumos para salvarse.
La crisis no es tema del pasado. “82,5% de los hospitales incluidos en la encuesta no tienen la capacidad para realizar cateterismo ni angioplastia”, denuncia el estudio. Y agrega que 10% de los hospitales pueden practicarlos en la mañana de lunes a viernes, y “apenas 5% de los centros” los pueden hacer “los 7 días de la semana las 24 horas”. La trombolisis es una estrategia terapéutica que consiste en suministrar una sustancia por vía endovenosa que disuelva el coágulo que está ocasionando el infarto. Su uso en etapa aguda reduce la mortalidad en 43%, pero solo 45% de los hospitales encuestados disponen de esta opción.
En el HUC llegan al menos 3 pacientes al día con infarto, pero todos son referidos porque el servicio de Cuidados Coronarios tiene 3 meses cerrado por falta de medicamentos. La trombolisis existente para disolver coágulos se acabó hace 2 meses y cuando había ya tenía 1 año vencida.
El laboratorio de eco del HUC tiene 5 equipos, pero solo 1 funciona. Ocurre que desde enero, pese a que se arreglaron los equipos, se siguen averiando porque el aire acondicionado no sirve y se recalientan. Hoy día solo se instala 1 marcapasos diario o ninguno, porque no hay, mientras el año pasado podían colocarse 4. Hay stent para efectuar angioplastias, pero el laboratorio de Hemodinamia está cerrado.
“Se están tratando los infartos como se hacía hace 30 años. Con un atraso de más de un cuarto de siglo y con un aumento lamentable de la mortalidad. La medicina privada tampoco escapa de la crisis. Hay una carencia significativa de catéteres y de drogas. Los costos son muy elevados y los insumos se compran a dólar libre”, explicó Carlos Ponte Negretti, miembro de la junta directiva de la SVC.
El colapso. La jefe de servicio del Hospital Pérez Carreño, Susana Blanco, asegura que hay posibilidades de hacer angioplastias, cateterismos y diagnósticos, pero la alta demanda por los cierres parciales de otros servicios, mantiene ese centro de salud colapsado.
Diangelyn Hidalgo tardó 2 meses en conseguir un Angiotac en el Pérez Carreño, para que se evaluara la anatomía vascular arterial y venosa de su esposo. Ahora debe esperar 1 mes para que le entreguen el informe.
La mortalidad aguda con todas las estrategias médicas bien aplicadas debe ser menor a 2%, indica el estudio de la SVC. “El riesgo de morir por un infarto en los hospitales de Venezuela es al menos 7 veces más de lo aceptado actualmente”, sentencia el estudio.
La SVC pide despolitizar el tema de la salud e insta a dotar de las 4 drogas indispensables y de la capacidad médica para realizar la fibrinólisis aguda; exhorta a crear una red interconectada que funcione las 24 horas los 7 días de la semana a fin de poder hacer angioplastia de emergencia
“Por favor, y esto lo decimos en nombre de los pacientes: abran el canal humanitario para suministros de salud, Venezuela lo necesita”, expresa el comunicado de la SVC.
DATO
5% es el riesgo en el país de un segundo infarto en las primeras 24 horas. El promedio mundial es de 3%. En el HUC llegan al menos 3 pacientes al día con infarto, pero todos son referidos porque el servicio de Cuidados Coronarios tiene 3 meses cerrado por falta de medicamentos. La trombolisis existente para disolver coágulos se acabó hace 2 meses y cuando había ya tenía 1 año vencida.