El 4 de agosto de 2017, Delcy Rodríguez, ex canciller de Venezuela cuando fue juramentada presidenta de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente todopoderosa de Nicolás Maduro, sostuvo que los venezolanos tienen voluntad y amor para seguir adelante, y reiteró que en el país no hay una crisis humanitaria.
“En Venezuela no hay hambre, en Venezuela hay voluntad… aquí no hay crisis humanitaria, aquí hay amor”, puntualizó.
“No pasa nada”; “Somos el país más feliz del mundo”; “Venezuela es Venezuela, jodidos pero felices”, son algunas frases que han utilizado líderes del chavismo para intentar hacer creer que en Venezuela “está todo bien”.Con laberintos semánticos han negado que la salud pública en Venezuelasea, en sí, una causa de mortalidad. Que el 100% de los laboratorios en el país no funcionen, que los hospitales registren una escasez de medicamentos del 88% y una falta de material médico quirúrgico de un 79%; que un 94% de los servicios de rayos X no sirvan, así como el 97% de los equipos de tomografía. Además, que un 79% de los hospitales tenga problemas en el suministro de agua y que el 53% de los quirófanos no operen. Que el 21,9% de las salas de emergencia estén fuera de servicio y el 70,7% tenga fallas y trabajen de manera intermitente, según ha reflejado la última encuesta Nacional de Hospitales.
Con toda esta realidad ante sus ojos, Tuki Jencquel –nacido en Caracas y de padres europeos– quien estudió cine en NYU, Tisch School of the Arts, decidió hacer una película documental para dejar de hablar de cifras y comenzar a hablar de nombres y apellidos. De los sueños rotos de muchos, así como de las vidas perdidas y de los riesgos que corren otras por la crisis sanitaria. Jencquel lo ha calificado las “historias anecdóticas de una crisis”. Está todo bien (I’ts all good), fue el título que decidió ponerle a esta obra que será presentada en el Sheffield International Documentary Festival este 6 de junio. “No creas nada a menos que haya sido negado oficialmente”, fue una frase anónima que rondaba en la cabeza de este director y fotógrafo durante el rodaje y edición de su pieza.
¿Por qué decidiste hacer esta película?
Quería hacer una película sobre la crisis que se vive en Venezuela, pero la temática es muy amplia y por eso decidí enfocarme únicamente en un aspecto: la emergencia de salud pública. La escasez crónica de medicinas, un repunte dramático de la mortalidad infantil, la reaparición de enfermedades erradicadas como la difteria, un éxodo de médicos… el colapso del sistema de salud pública. Es verdad que eso también puede suceder en otros países, pero lo que es inaudito, es que eso suceda en un país tan rico en recursos naturales, que durante décadas se enorgullecía por tener uno de los mejores sistemas de salud pública en toda la región.
¿Cuándo comenzaste a rodar?
Empecé en mayo de 2016 y grabé en tres fases. Entre mayo y junio de ese año. Luego, entre noviembre y diciembre; y finalmente, en agosto de 2017.
En el trailer vi que usas unas imágenes de los personajes, que no son actores, haciendo una especie de trabajo actoral…
Mientras que escasean los medicamentos en Venezuela, una tarima se convierte en un refugio para enfrentar la realidad del país. En la película hice terapias de psicodrama con los personajes principales. El psicodrama es una técnica de terapia psicológica grupal donde se hace inversión de roles y dramatizaciones guiadas por un psicólogo.
La idea era que dramatizaran a través de este proceso lo que estaban viviendo. Fue una terapia real que yo grabé. Usamos iluminación de teatro para diferenciarlo de la otra parte que es observacional. Traté de seguir a unas personas afectadas por la crisis de salud en Venezuela que sigue y que ha empeorado. Como es una crisis negada por las autoridades, me gustó la idea de trabajar algunas escenas como una dramatización ya que, incluso, la película seguramente será considerada una mentira. También es una herramienta que me permitió crear un acercamiento diferente. Un hilo conductor donde se encuentran los personajes ya que en la vida real estos no se cruzan.
¿Cómo lograste contactar con los personajes?
Hice un investigación. Encontré a personas muy afectadas por la crisis de salud. Una de estas es Francisco Valencia, presidente de la ONG Codevida –asociación civil por la defensa de los derechos de la salud–, y a través de él comencé a conocer a otros actores. Encontré a Rebeca Dos Santos a través de Instagram: 19 años con leucemia linfoblástica, ella estaba pidiendo medicinas por esa red social, algo que hacen casi todos los venezolanos para lograr una red y ayudarse entre sí. También está Efraím Vegas, traumatólogo del Hospital Periférico de Coche, un personaje muy valiente porque se atrevía a denunciar las carencias, a pesar de que recibió muchísimas amenazas. Es un personaje que trata a personas baleadas todos los días, arriesgando su vida por un miserable salario de 12 dólares al mes. Ya por ahí es un héroe.
Los demás personajes son: Mildred Varela, una mujer –madre– que se había tratado un cáncer y que estaba en remisión pero no conseguía los medicamentos para evitar una recaída. Y finalmente, una pareja de personas mayores que conocí a través del productor Marco Olmos. Esta es: Rosalía (Jerez de Zola) y Carlos (Zola), una pareja mayor, dueños de la farmacia Don Bosco que están al borde de la quiebra, porque no tienen nada para vender. Estaba fascinado por todos ellos, por su dignidad y su resiliencia ante una realidad tan kafkiana.
¿Hay imágenes en esta película que no se han publicado en ningún otro lado? ¿Cómo fue la recopilación del material?
No creo que haya nada inédito porque esa no era mi búsqueda. Aunque logré entrar a algunos hospitales, e incluso de uno me sacaron los militares, hay pocas escenas dentro de hospitales públicos. No verás las imágenes que, por ejemplo, ha retratado The New York Times. El foco era las historia de estos personajes.
¿Qué te llevó a hacer este documental?
Tenía tiempo queriendo hacer un documental de lo que está pasando en Venezuela. Hay poco a nivel de cine documental creativo que no sea periodístico. Aunque es verdad que a veces estas dos aguas se cruzan. Soy venezolano y sentía que tenía que hacerlo.
¿Has hecho otros documentales?
Este es el primero largo, de 70 minutos. Anteriormente, hice uno de 45 minutos que se llama Sin ti contigo. Ese era sobre Bernard Chappard, director de la Fundación Daniela Chappard (venezolana), nombre de su hija que murió de VIH. Ese documental fue una conversación imaginaria entre él y Daniela, tras la muerte de esta. En el caso de Está todo bien haremos una versión de 52 minutos para la televisión.
¿Dónde será presentado Está todo bien?
En un festival que se llama Sheffield doc fest, es uno de los festivales de cine documental más grandes del mundo.
¿Qué aprendizaje te dejó este proyecto?
Es bastante frustrante ver lo que está sucediendo y sentir que es poco lo que puedes hacer como ciudadano o individuo. Me gustaría que el documental sirviera para hablar de lo que está sucediendo en Venezuela. Que las personas afuera, no solo vean los titulares en los periódicos, sino el drama humano. Que se entienda que no estamos hablando de estadísticas o de números. Que hay madres, hijos, estudiantes y personas con sueños afectadas…También esperaría generar más presión para que el Gobierno abra el canal humanitario con medicinas.
Fuente: The Objective