“¿Tú ves todas estas camas vacías?. Antes estaban llenas, pero la gente se ha ido muriendo mientras esperan la operación. Llevo aquí cuatro meses y han muerto ocho personas. Unos por falta de insumos, otros por la escasez de medicamentos o por la misma enfermedad”, dijo Julio Rojas.

Desde su cama, espera pacientemente en el servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario (HCU) de Caracas, a que le hagan una operación y le coloquen una válvula. Ya lleva cuatro meses y cumple otro 30 días desde que logró completar la lista de insumos médicos que necesita tener antes de ingresar al quirófano.

El papel está blando de tanto doblar y desdoblar. Las letras casi ni se ven, pero el listado es largo. Dos camas más hacia la entrada del servicio está Felipe Moreno, quien también permanece a la espera de que lo operen e igual tuvo que comprar de todo porque en el hospital hay menos de lo que se consigue en las farmacias.

Recibir atención médica en el sistema de salud público no sale nada barato. “Hasta compré una caja de guantes quirúrgicos para el día en que me operen. Ya he gastado más de 500 mil bolívares. Me mandaron a comprar unas ampollas de Vancomicina (un antibiótico para infecciones severas) y una enfermera de aquí me ofreció cada frasquito por 30 mil bolívares, que ella me la podía conseguir”, contó Moreno. Desde hace dos meses aguarda a que le coloquen un nuevo marcapasos porque el que tiene actualmente se le salió. Aún no ha recibido respuesta.

La odisea de acumular insumos para cuando llegue el tan esperado día de la operación no solo la viven los cardiópatas internados en el Clínico Universitario. En todos los servicios la situación se repite, sin importar la patología ni la gravedad de la enfermedad.

Derwin Marcano fue dado de alta hace dos meses, pero el pasado jueves, 10 de agosto, regresó al servicio de Traumatología porque su organismo rechazó el implante que le colocaron. En su mano trae la lista de insumos que debe conseguir para la nueva operación: gasas, alcohol, suturas, agua oxigenada, batas de cirujano, tapabocas, gorros y mucho más. “En este hospital no hay ni una aguja”, reclamó otro paciente del servicio.

“Ya yo me he gastado más de un millón de bolívares con todo lo que me piden entre los exámenes preoperatorios, los insumos y los antibióticos”, dijo Ernesto, en el servicio de Cirugía III. Junto a su cama, en una bolsa negra, está listo todo para que las enfermeras se lo lleven al quirófano el día de su operación.

Germán Chacón, del servicio de Urología, igualmente debió llevar un listado. “Lo tengo todo. Hasta las agujas las tuve que comprar. El 5 de julio terminé de comprar las cosas, he gastado como 500 mil bolívares en insumos. Nada más la sonda que me pidieron salió en 60 mil”, indicó Chacón, quien vino de Cumaná para operarse y ya tiene más de mes y medio a la espera.

No esperaba que recibir atención médica en un hospital ni tratarse en el sistema público de salud fuera tan costoso. “Yo no tengo dinero. Si tuviera, me voy a una clínica, pero no tengo”, aseguró.

Los insumos son lo más preciado. Tanto así que incluso han llegado a perderse en el centro de salud. Julia Gómez llegó al servicio de Traumatología hace 10 días, pero ya le advirtieron que pusiera sus pertenencias bajo resguardo. “Aquí la gente trae las cosas y se pierden”, dijo la mujer que espera una operación de la columna.

Aún así, pese a que los insumos hacen falta, la solidaridad no escasea entre los mismos pacientes. “A mí me prestaron una anestesia para que me pudieran operar el día en que me dijeron. Ahora yo tengo que buscar una para el paciente que me la dio”, contó César Freitas, de Traumatología. Freitas recuerda que más de una vez han entrado doctores al servicio donde él se encuentra a pedir insumos para operaciones de emergencia. “Llegan diciendo tengo a un niño en quirófano ¿alguien tiene tal cosa? y si la hay, se la damos. Nadie lo piensa mucho”, aseguró.

Ni haber logrado adquirir la lista de insumos le garantizó a Julio Rojas su operación para cambio de válvula. Oriundo de Anaco, estado Anzoátegui, sus hijos recorrieron las farmacias, clínicas y hospitales en el oriente del país para reunir lo que pedía el listado y se lo hicieron llegar a Caracas. Al igual que los demás pacientes, no pensó que ir a un hospital fuese tan costoso. “Ya lo vendimos todo para poder comprar lo que me pedían. Ya no me queda más nada que vender”, lamentó.

Fuente: Efecto Cocuyo