Eddy Oliandry le ha dado vida a su hija dos veces: cuando nació y cuando le donó parte de su hígado para mantenerla con vida. Hoy está luchando por dársela una tercera vez.

Desde finales de mayo volvió a tomar un cartel en donde ruega por la vida de su hija, tal y como lo hizo hace 12 años cuando Oliandry, de 13 años de edad, dependía de un trasplante que no se hacía en Venezuela. Esta vez su petición cambió de “mi hija necesita ser trasplantada” a “señor presidente, ministros y diputados, quien sea, mi hija se me muere por falta de Prograf (tracolimus)”.

Oliandry tiene 9 años de haberle sido trasplantado el hígado y es una de los cuatro pacientes que está en proceso de rechazo de ese órgano. Hoy esa cirugía tiene un costo que oscila entre los 50 y 100 millones de bolívares y se hace solo en la Policlínica Metropolitana. Desde hace año y medio ningún ente gubernamental financia la operación y el programa está paralizado. En abril, la niña estuvo 20 días sin consumir el medicamento tracolimus que debe tomar de por vida para no rechazar el órgano.

Desde entonces comenzó un proceso de rechazo que solo puede evitarse tomando este medicamento en dosis más altas. De dos pastillas diarias que tomaba, ahora los médicos le recetaron 8 al día, pero en la farmacia de alto costo del Instituto Venezolano de Seguros Sociales no las hay. De 3.066 trasplantados, 1.017 lo requieren con urgencia.

Su papá vendió un carro y el celular. El 5 de junio fue al Banco Central de Venezuela para solicitarles divisas para comprar el medicamento de su hija, que tiene un costo de 200 euros en Europa y hasta 300 dólares en Estados Unidos. Cada caja contiene 50 pastillas que le duraría 6 días nada más. Losfuncionarios del BCV lo mandaron a cotizar en las subastas del Dicom.

Bolívar ya tiene entrenamiento persiguiendo a los gobernantes de turno para poder salvar a su hija. Recuerda que hace 12 años fue con su cartel a todos loslugares en donde el presidente fallecido Hugo Chávez estaría para lograr hablar con él. Dormía en el piso y luego atravesaba masa de personas y burlaba guardaespaldas para acceder a él. “Fui a Coro, Valencia y Puerto La Cruz. Dormía en el piso encima del cartón donde exponía el caso. La gente me abría el paso cuando veían que pedía por la vida de mi hija. Una vez fui a la Plaza Bolívar, llegué a la tarima pero Chávez no llegó. Estaba Diosdado, Maduro y José Vicente Rangel”, recuerda Bolívar.

Dice que Rangel lo hospedó tres días en un hotel y lo llevó a Miraflores. Ese día el ex presidente le dijo que lo incluiría en un programa para llevar a su hija a realizar el trasplante fuera de Venezuela. Pasaron dos años y los encargados del programa jamás lo llamaron.

Bolívar siguió el peregrinaje persiguiendo a Chávez. “Un día por cosas de Dios los guardias se dieron la espalda uno a otro en el Auditorio Macagua (estado Bolívar) y les pasé por el medio. Agarré a Chávez por el brazo y los guardaespaldas me halaban. Pero Chávez me reconoció y me dijo que él pensaba que mi hija estaba operada y le dijo a Diosdado que lo encargaba del caso”, cuenta. Dos meses después su hija fue trasplantada en la Policlínica Metropolitana. Fue una de los primeros trasplantes de hígado en el país.

“Yo voté por Maduro porque le debía la vida de mi hija a Chávez. Hoy me arrepiento porque por culpa de ellos mi hija puede morir. Voy a todos losorganismos del Estado y no me paran. Me hacen sentir solo contra el mundo”, dice.

Fuente: El Nacional