Desde la tarde del martes, 15 de mayo, las diálisis están suspendidas en el servicio de Nefrología del hospital José Manuel de los Ríos. Un desbordamiento de aguas negras en la sala de espera de la hemodiálisis impide que los 23 niños y adolescentes que se dializan en el centro cumplan con su tratamiento. La filtración compromete a los pacientesde la unidad y amenaza con un nuevo brote infeccioso.

Katiuska Salazar es madre de Niurka Camacho, una adolescente de 12 años  de edad con insuficiencia renal que es atentida en el centro pediátrico desde hace cuatro años. La mañana de este miércoles, 16 de mayo, asistió al servicio para cumplir con el tratamiento interdiario que requiere su hija. Desde la dirección, le informaron que no habría diálisis hasta que no se realizara una limpieza profunda a la unidad por el riesgo de contaminación.

“Por ese tubo (que se rompió) hay puras heces. Ayer (martes) los niños se dializaban y tuvieron que parar las diálisis porque la fetidez era tan horrible que se metió a la unidad“, contó Salazar. “Nos dijeron que no iban a dializar a los niños porque el foco infeccioso es impresionante y no pueden destaparles los catéteres para conectarlos a las máquinas“.

La madre de la adolescente también denunció que el pasado lunes la unidad no contó con los insumos necesarios para las diálisis de los pacientes y que a Niurka tuvieron que dializarla con líneas de bebé en lugar por la falta de material.

“Eso hace que no la dialicen bien. La máquina no puede limpiarle todas las toxinas de la sangre porque esas líneas no permiten el mismo flujo que ella necesita, sino uno menor”, agregó Salazar.

El pasado 21 de febrero la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) otorgó unas medidas de protección en favor de los niños y adolescentes del servicio de Nefrología del J.M. de los Ríos. A casi tres meses del pronunciamiento del organismo internacional, los padres y los pacientes no han visto materializarse ninguna mejora.

“Tenemos una protección de la Cidh y no hemos visto que las autoridades del hospital se hayan abocado a eso. No han demostrado que nos protegen. Cada día el servicio va peor”, lamentó Salazar.

El desbordamiento de aguas negras ocurre un año después del brote infeccioso que afectó al servicio de Nefrología y cobró la vida de al menos cuatro niños entre mayo y junio de 2017. Con un riesgo de contaminación a las puertas de la unidad, los padres temen que una situación similar se produzca nuevamente.

“Yo tengo el corazón en la boca. Tengo miedo de que a mi hija la conecten a la diálisis con esto así. La preocupación es doble: porque puede agarrar una bacteria en su catéter y porque necesita dializarse”, denunció la madre de la niña.

Fuente: Efecto Cocuyo